En su vehemente proceso al islam y al estatus de inferioridad legal y de sumision de la mujer que prevalece en la mayoria de paises musulmanes, Telima Nesreen, Ayaam Hirsi Ali y otras emancipadas de su credo religioso han evocado y evocan repetidas veces el nombre del autor de Candido: "Permitidnos un Voltaire... Dejemos a los Voltaire de nuestro tiempo trabajar en un entorno seguro en el desarrollo de una epoca de ilustracion para el islam".Si los calculos no me fallan, mas de una treintena de textos, como dice Etiemble, "en su edad adulta y en su vejez, Voltaire no dejo de informarse [sobre el profeta y su religion] con una avidez no renida con el discernimiento". Ante la imposibilidad de extractar aqui tal masa de documentos en los que el autor reitera con otras palabras lo ya dicho, lo modifica y, muy a menudo, lo contradice, he recurrido al excelente libro de Djevad Hadidi, Voltaire y el islam, editado en 1974 por Publicaciones Orientalistas de Francia y que, lamentablemente, no ha sido traducido aun al espanol. Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir. SUSCRIBETE AQUI Desde la imparable expansion del Imperio Otomano por los Balcanes y el norte de Africa -especialmente tras la caida de Constantinopla y tentativa de apoderarse de Roma-, el interes de los cronistas franceses por las Cruzadas y la presencia de los sarracenos en la peninsula Iberica cedio paso a una creciente fascinacion, entreverada con envidia y temor, por los turcos. Hasta el siglo XVI, la vision de Mahoma y los agarenos respondia a las leyendas forjadas en la llamada Reconquista, cuyo contenido mitico y extravagante analizo Edward Said en Orientalismo. Dicha literatura de indole religiosa y militante, a la que el joven Voltaire tuvo acceso por sus lecturas de Buffier, Maracci y Bossuet, se vio desbancada de pronto por la de los viajeros a la nueva Meca del Bosforo. La masa de observaciones, datos y comentarios referentes al "capital enemigo de la Cristiandad" crearon un verdadero grupo de presion proturco, compuesto en su inmensa mayoria por hugonotes y luteranos: Guillaume Postel, Philippe de Fresne-Canay, Tavernier, Chardin, D'Hebertot, Tournefort, etcetera, autores que lei con atencion en la fase preparatoria de Estambul Otomano (y a ellos habria que anadir al padre del extraordinario Viaje de Turquia, probablemente el protestante espanol Juan de Ulloa, juzgado y reconciliado en el auto de fe de Valladolid de 1554). Aunque por las fechas en que compuso la tragedia, Voltaire profesaba ya su doctrina deista -la de una "religion natural" no corrompida por ninguna clase de preceptos ni dogmas-, no tuvo en cuenta los conocimientos aportados por la corriente ideologica favorable a los otomanos que desmentian las toscas invenciones y fabulas de la tradicion devota. En Mahoma o el fanatismo, su retrato del profeta como un hombre exaltado, ambicioso y buen conocedor de los mecanismos del alma humana favorables a la consecucion de sus fines va acompanado de epitetos denigrantes sobre su caracter y falsos milagros. En realidad, si leemos cuidadosamente el texto, el ataque a Mahoma encubre otro: el dirigido al Mesias de los cristianos y a los profetas biblicos. Una buena parte del publico parisiense lo entendio asi: los jansenistas se sintieron aludidos y arremetieron contra la obra. Si seguimos por orden cronologico los escritos posteriores, desde Sottisier (Disparatario o Repertorio de sandeces, germen sin duda del Diccionario de ideas comunes de Flaubert) hasta Ensayo sobre las costumbres, fechado en 1756, vemos perfilarse los temas centrales de Voltaire -odio al fanatismo, impugnacion de las religiones reveladas, denuncia de la alianza de intereses celestes y terrenales para empujar a la guerra a los exaltados- paralelamente a una profundizacion de sus conocimientos sobre el islam y los otomanos, fruto de su amistad con Boulainvilliers y de su lectura de la traduccion inglesa del Coran. Mientras la critica a Jesus, tildado de fanatico y alienado en sus Epistolas filosoficas, se acentua, su vision de Mahoma se suaviza al punto de concederle cualidades de justicia y tenacidad: "El legislador de los musulmanes, hombre dominante y terrible, establecio sus dogmas con su valor y con las armas; con todo, su religion se volvio benigna y tolerante.Pero, en su entusiasmo del momento por el modelo otomano, Voltaire llega a una sorprendente defensa de la poligamia, "util a la sociedad y a la propagacion" (de la especie), ya que "el tiempo perdido por los embarazos, los panales, por las incomodidades propias de las mujeres, parece exigir que dicho lapso sea compensado" (!) Mas perturbador aun: en su articulo titulado ironicamente "Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos", el autor admirado por Ayaam Hirsi Ali y otras feministas, tal vez sin haberlo leido con detenimiento, opina no solo que Mahoma fue mas generoso con ellas que David, Salomon y quienes los justificaron a posteriori como los santos Padres de la Iglesia -lo cual es hasta cierto punto verdad-, sino tambien, y en contradiccion con la aleya 38 de la "Sura de las mujeres" del Coran, niega que los varones musulmanes tengan autoridad sobre ellas y les exijan obediencia, algo que si, agrega, les imponia San Pablo. Como vemos, a lo largo de su vasta y a menudo admirable obra, Voltaire yerra, rectifica, se contradice. Su odio a la figura de Jesus se atenua conforme entra en la vejez. Su apreciacion de Mahoma, en cuanto fundador de "una religion sabia, severa, casta y humana", no obsta para un persistente rechazo a su figura.En Tratado sobre la tolerancia -escrito a raiz de la ejecucion de varios librepensadores como Calas y el chevalier de La Barre, cuya estatua conmemorativa de su juvenil rebeldia me mostro en Abbeville Jean Genet- Voltaire se lanza a una elocuente defensa del turco: "El Gran Senor gobierna en paz a veinte pueblos de religiones distintas; doscientos mil griegos viven en paz en Constantinopla; el mufti en persona nombra al patriarca griego y lo presenta al emperador" (sic), y el imperio, anade, "esta lleno de jacobinos, nestorianos y monoteistas". Las guerras intestinas entre cristianos -como las que desgarran hoy el mundo islamico- atizan su indignacion contra el fanatismo, responsable, dice, de todos los males del mundo. A lo que Voltaire anade: "!Oh naciones, comparad y juzgad!".El institutor divino del Cristianismo, viviendo en la humildad y en la paz, predico el perdon de las injurias; y su santa y dulce religion se ha convertido, por nuestros furores, en la mas intolerante de todas y la mas barbara". (Ensayo sobre las costumbres, capitulo VI).En el cambio operado en el intervalo ha intervenido su ya asentada, aunque sujeta a vaivenes y fluctuaciones, admiracion por los otomanos. La evocacion de las hogueras inquisitoriales para los judios portugueses en Candido, en contraposicion a las jocosas aventuras del protagonista en la corte del Gran Senor, asi como las andanzas de Scarmentado, heroe de su deliciosa novela Zadig, por tierras del Sultan, se adscriben a la tradicion proturca de los hugonotes, al punto que Voltaire fue calificado por sus adversarios de "patriarca in petto de Constantinopla".Un recorrido por sus casi inabarcables Obras Completas nos muestra que el "patriarca de Ferney" y amigo de los grandes de este mundo, como Federico II de Prusia y de Catalina la Grande, no ceso de exponer sus ideas, opiniones y sentimientos respecto a los que llamaba "mahometanos" -denominacion erronea, pero comun en su tiempo-, en ensayos, articulos de la Enciclopedia, cuadernos personales, correspondencia, novelas y obras teatrales.La coexistencia de diferentes credos correspondia al deismo del filosofo -que nada tiene que ver, no lo olvidemos, con el ateismo de Diderot-: a su profunda conviccion, que hoy denominariamos multiculturalista, de que la tolerancia favorece el intercambio de ideas por encima de las creencias y de que, como senala Hadidi, fomenta el progreso material y moral, al mantener la paz y la prosperidad en el interior de los Estados.El llamamiento es en terminos generales justo y merece nuestro apoyo, pero exige una serie de matizaciones, no solo por la variedad de situaciones existentes en el ambito musulman, sino tambien por la multiplicidad de posiciones, a menudo contradictorias, que adopta Voltaire en el tema.Anos despues, en "La profesion de los deistas", denunciara que mientras los cristianos a orillas del Bosforo portan libremente a su Dios por las calles, en Europa "se condena a la horca o la rueda a cualquier predicador calvinista y a galeras a quienes le escuchan".El autor de Candido y Zadig -en cuya relectura no ceso de recrearme- sufria ademas las turbulencias de la ambicion y de su condigna lisonja a los monarcas que le protegieron y con quienes se carteaba con desenvoltura.Reducir su vastisima obra a la tragedia Mahoma o el fanatismo escrita en 1739 y estrenada en la Comedie Francaise en 1742, equivale a limitarla a un periodo muy breve de su labor filosofica y literaria.La inmensidad del corpus doctrinal volteriano contiene infinidad de facetas y se presta a contradictorias lecturas.